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El desarrollo sostenible. Reclamos morales a partir de las perspectivas que ofrece la Bioética (página 2)



Partes: 1, 2

Según este concepto el ser
humano debe ser el destinatario del desarrollo; su
bienestar debe ser el objetivo
central de las políticas
nacionales y las relaciones mundiales. El desarrollo
humano es considerado como el proceso
mediante el cual se amplían las oportunidades de los
individuos, las más importante de las cuales son las de
una vida saludable y prolongada, el acceso a la educación y
disfrute de un nivel de vida decente y otras entre las cuales se
incluyen la libertad
política,
la garantía de los derechos humanos
y el respeto a si
mismo. En esta concepción el ingreso es considerado un
medio y no un fin, evidenciándose la ausencia de un
vínculo automático entre el crecimiento
económico y el progreso humano. La cuestión no
radica en cuanto se crece, sino en cómo se crece, en el
tipo de crecimiento.

Paralelamente a la discusión, aceptación y
consenso acerca de la dimensión social del desarrollo y
como consecuencia de los enfoques que en los años 70
sometieron a revisión el concepto de desarrollo
económico y la creciente crítica
de los círculos ambientalistas al modo de vida
contemporáneo, a la variable social del desarrollo se
adiciona una nueva, la ambiental.

La Conferencia sobre
Medio Humano, celebrada en 1972 en Estocolmo, Suecia,
estableció las bases de la sustentabilidad del crecimiento
económico, buscando controlar y revertir los costos
ecológicos de los patrones de producción y consumo
dominantes. Fue un llamado a los gobiernos, algunos de los cuales
a partir de la segunda mitad de la década de los 70
comienzan a desarrollar acciones
jurídicas y de organización institucional para enfrentar
el reto en sus respectivos países.

Dos décadas después, en junio de 1992, se
desarrolla la Conferencia de Naciones Unidas
sobre Medio Ambiente
y Desarrollo (CNUMAD) que en Rio de Janeiro, Brasil,
dejó claramente establecido el vínculo que tienen
los procesos de
crecimiento y desarrollo económico con el medio ambiente.

De esta forma desarrollo humano y medio ambiente son hoy
dos temas dominantes en el enfoque del desarrollo. Ambas
convergen en lo que se conoce como desarrollo sustentable o
sostenible
. La promoción del desarrollo humano y la
protección de la naturaleza no
se contradicen con el crecimiento económico, sino que lo
orientan por el sendero de la sustentabilidad.

Con el desarrollo del presente trabajo
analizaremos el desarrollo
sostenible contemplando reclamos morales abordando los mismos
a partir de las perspectivas que ofrece la
Bioética: área de reflexión y de
acción
práctica referida a la racionalidad ética de
la conducta humana
respecto a la conservación y la calidad de
vida tanto humana como no humana.

Desarrollo

Desde el punto de vista semántico,
sustentabilidad es una característica de un proceso o un
estado que es
posible mantener -a todos los efectos prácticos- de manera
indefinida.

El concepto de desarrollo
sustentable es tomado originalmente de la ciencia
agrícola, que lo define: como la capacidad de un sistema para
mantener su productividad
frente a una perturbación mayor. Posteriormente este
concepto fue utilizado por los conservacionistas -especialistas
en ecología
para quienes la sustentabilidad era fundamentalmente
ecológica.

Como parte de una nueva estrategia para
los 90 la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN),
conjuntamente con el Programa de
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), y el Fondo
Mundial para la Naturaleza (WWF) proponen un concepto de
sustentabilidad que incluye además de los problemas
ecológicos, los económicos, sociales, culturales e
institucionales.

Si una actividad es sostenible significa que puede
continuar por tiempo
indefinido, sin embargo cuando las personas califican de
sostenible alguna actividad lo hacen a partir de lo que conocen
en ese momento, por lo tanto no puede existir una garantía
de sustentabilidad a largo plazo, porque siguen existiendo toda
una serie de factores e interrelaciones que son desconocidos e
imprevisibles. Es por ello que tiene gran importancia ser
conservadores en las acciones que podrían afectar al medio
ambiente.

Como se conoce el cambio es una
condición natural de la vida en la Tierra;
aún sin la intervención humana el planeta
continuaría transformándose, pero a un ritmo que
casi no percibiríamos. Sin embargo, ahora son los hombres
quienes fuerzan vuelcos radicales mediante las transformaciones
que imponen al planeta. Los seres humanos siempre han ejercido
influencia sobre sus entornos locales, pero los impactos afectan
ahora al ecosistema
universal. Los cambios son tan grandes y rápidos que los
seres humanos y otras especies se encuentran con dificultades
para adaptarse a ellos.

El desarrollo permite que las personas satisfagan sus
necesidades y mejoren sus vidas, la conservación por su
parte hace posible que el hombre
mantenga el capital
natural del cual el desarrollo puede el ingreso. La
separación entre uno y otro los pone en conflicto
entre si generándose una conservación insuficiente
y un desarrollo insostenible. Es necesario integrarlos en la
búsqueda de la sustentabilidad.

Algunos abordan indistintamente los términos de
desarrollo sustentable y crecimiento sustentable como si ambos
expresaran lo mismo. Si partimos de lo que significa la palabra
sustentabilidad, hablar de crecimiento sustentable sería
una contradicción pues nada físico puede crecer
indefinidamente. No obstante, debe quedar claro que en la
interrelación dialéctica entre las
categorías de crecimiento y desarrollo, el crecimiento
económico es una condición para el desarrollo
siempre que este se realice en correspondencia con las
necesidades y condiciones socioeconómicas de cada
país o región y sobre todo en que este centrado en
la elevación de la calidad de sus
vidas. La categoría de desarrollo sustentable es
más amplia ya que abarca no solo lo económico, sino
también lo social, lo cultural, institucional y el medio
ambiente. El crecimiento económico como parte del
desarrollo no puede ser un fin en si mismo, pues no puede
prolongarse indefinidamente.

La expresión desarrollo sostenible fue
acuñada y difundida por la Comisión Mundial sobre
el Medio Ambiente y el Desarrollo (Comisión Brundtland) en
su informe de 1987
Nuestro futuro común. Según la
definición de la Comisión, el desarrollo sostenible
o sustentable se define como aquel que satisface las necesidades
del presente sin comprometer la capacidad de las futuras
generaciones para satisfacer las propias. Esto significa mejorar
la calidad de la vida humana sin rebasar la capacidad de carga de
los ecosistemas
que la sustentan.

Por lo tanto el desarrollo cualitativo puede mantenerse
mientras que el desarrollo cuantitativo en la escala de la
economía se halla limitado por la capacidad
del ecosistema para regenerar los aportes de materia prima
y absorber los volúmenes de residuos. Una economía
que se desarrolle de manera sustentable se adapta y mejora en
materia de
conocimiento,
organización, eficiencia
técnica y sabiduría y lo hace sin consumir,
apropiar o dispersar más allá de cierto punto, un
porcentaje mayor de la materia y la energía del
ecosistema, deteniéndose a un nivel en el cual este pueda
continuar funcionando y renovándose a si mismo año
tras año.

El desarrollo sostenible contempla reclamos morales.
Entre estos se destaca el de aseguramiento de la alimentación, la
salud y el
bienestar de las generaciones presentes y futuras de seres
humanos. Abordando los mismos a partir de la perspectiva que
ofrece la bioética.

"Bioética" alude hoy a un campo de
reflexión filosófica, de estudio
sistemático, de investigación científica
multidisciplinar, de debate,
polémica o discusión académica y
pública, y de práctica de asesoría o
consultoría que atiende el problema de la
ética y moralidad de
las decisiones y acciones humanas (personales, colectivas,
sociales, institucionales) respecto a las realidades
biológicas, es decir, a los procesos vitales y
orgánicos, vida humana y no humana, ambiente o biosfera.
Estas se examinan a partir fundamentalmente de conceptos
éticos, sobre todo, los que componen la denominada
"Trinidad bioética" y que expresan deberes, derechos y obligaciones
morales de:

  • ? beneficencia y no maleficencia ( conservar,
    proteger, preservar, mejorar y no dañar la calidad de
    la vida y del ambiente ),

  • ? autonomía (respetar el derecho y la
    capacidad de autogobierno y de competencia de los seres
    humanos o comunidades en cuanto a decisiones que tienen que
    ver con las predilecciones y demandas biológicas
    (alimentarias, sanitarias, reproductivas, sexuales,
    ambientales), y

  • justicia (acceso o distribución justa
    de los servicios de mejoramiento de la vida y de
    satisfacción de demandas
    biológicas).

La Bioética adquirió especial importancia
a raíz de los problemas morales que suscitan la
generación, transferencia y aplicación de los
recientes avances de las ciencias y las
tecnologías .La Bioética atiende este asunto sobre
todo en las situaciones de conflictos, ya
sea cuando se nos plantea el dilema de cumplir con un valor moral (la
beneficencia y no maleficencia) a sabiendas de que estamos
comprometiendo la realización de otro (la
autonomía), entre los valores
morales aceptados, o cuando se discute una determinada
decisión entre personas que no comparten una visión
moral o ética común.

Podemos decir que la reflexión sobre el
desarrollo sostenible o sustentable involucra preocupaciones bio
(alimentarias, sanitarias, ecológicas,
demográficas)-éticas (responsabilidad moral para con el bienestar de la
presentes y futuras generaciones de seres humanos y no humanos).
Y esto justifica el ensayo que
emprendo aquí de enfocar la cuestión del desarrollo
sostenible a partir de la búsqueda bioética. Se
trata más bien de examinar aspectos bioéticos del
desarrollo sostenible, lo cual implica:

  • ? analizar el desarrollo sostenible desde la
    perspectiva de los conceptos bioéticos o "trinidad
    bioética",

  • ? fundamentar o argumentar los deberes,
    responsabilidades y obligaciones biomorales asociados a las
    políticas de desarrollo,

  • ? abordar los conflictos y dilemas morales de
    las políticas de desarrollo,

  • ? estudiar los códigos, regulaciones y
    normas para prever riesgos y costos éticos de las
    decisiones,

  • ? explorar la posibilidad de vínculos
    morales en caso de controversias entre personas que no
    comparten las mismas apreciaciones o visiones
    morales.

La reflexión sobre el desarrollo sostenible
surgió del interés de
abordar la problemática ecológica considerando las
circunstancias, condiciones, estilos y políticas de
desarrollo
social, económico, político y cultural. Entre
los factores que contribuyeron a esa toma de conciencia
tenemos la patencia de las crisis
ecológicas y sobre todo porque estas acarrean
comprometimiento del desarrollo económico entendido
incluso estrechamente como crecimiento económico sin
límites. No menos contribuyó la
voluntad persistente de los movimientos civiles ecologistas o
verdes. Por otra parte se debe considerar la consolidación
de un interés holístico de la ciencia
ecológica. De por sí, la ecología
clásica que se sugiere en Darwin y en
Haekel – que trata de las relaciones entre las especies naturales
entre sí y el respecto al mundo circundante – alude a un
objeto que precisamente requiere para su estudio de este tipo de
enfoque. Entre los cultivadores de la ecología
clásica entendida como ciencia biológica
surgió la preocupación por los efectos
ecológicos de las actividades humanas y, en particular, de
la industria y la
agricultura.

A finales de los años 60 y principios de los
70 comenzó a abrirse paso el reclamo de conciliar demandas
de crecimiento económico y ecológico. Fue en este
contexto – piénsese en la Cumbre de la Tierra de
Estocolmo y en el Informe Brutland – donde se formuló el
desafío del desarrollo sostenible o sustentable. Claro,
esta misma exigencia de desarrollo y de conciliación entre
lo económico y lo ecológico ha sido interpretada de
distintas y variadas maneras. Hay quien se pronuncia en favor de
esto entendiendo que no se debe renunciar al crecimiento
económico puesto que en base a este se satisfacen
necesidades humanas de supervivencia. Otros argumentan que el
crecimiento económico es una condición
indispensable para evitar, remediar, corregir y prevenir los
problemas ecológicos. Eso quiere decir también que
la carencia económica engendra posibilidades de
afectaciones ecológicas. Tenemos, además, los que
temen a que un enfrentamiento con la industria o la agricultura
de altos insumos y costos pueda ir en detrimento de las fuentes de
trabajos para las clases menos favorecidas (obreros y campesinos)
o comprometer la independencia
y la prosperidad económica, política y cultural de
un país. Sea como sea la calidad del "ecos" va siendo
considerada una categoría económica.

Véase que se ponen en juego y en
situación de conflicto diferentes apreciaciones
éticas. De ahí que sea pertinente el análisis del nexo entre ética y
economía en cuanto a política de desarrollo se
trata. Incluso, en tal sentido – me refiero al campo de la
bioética – se habla de ética económica o de
economía moral. Con ello se solicita que la toma de
decisiones biológicas no se haga al margen de las
exigencias económicas (de eficiencia, rentabilidad,
ahorro,
productividad, costos racionales) y éticas (de justicia
distributiva, igualdad,
equidad,
respeto a la autodeterminación, etc.).

La bioética entronca con lo que se ha hecho
llamar "ética ecológica" o "ética ambiental"
como campo de preocupación relativamente independiente.
Pero la discusión bioética se ha centrado
mayormente en la evaluación
ética de las acciones donde los individuos y sociedades
hacen uso de los recursos
naturales para fines determinados. Esto exige
cautelación de responsabilidades sociales
específicas en lo que respecta a la evaluación de
bienes y
costos ecológicos, según situaciones también
específicas.

En los marcos de la ética ecológica se
examina también la conducta humana
respecto a los seres no humanos, sobre todo, a los animales,
independientemente que estos sean recursos para
fines humanos. Muchos hablan, inclusive de la responsabilidad o
deber moral de los hombres respecto a los animales o de los
derechos morales de estos últimos. Son privilegiadas las
cuestiones acerca de hasta que punto se justifica sacrificar el
bienestar del animal por el humano y viceversa. Inclusive ya hoy
se cuentan con códigos de ética para tratar con
animales de experimentos y en
las unidades de producción agropecuarias.

En cuanto a si se puede o no renunciar al crecimiento
económico, no debemos olvidar que los estilos de
crecimiento – como el que acompaña a los procesos de
modernización agraria y rural – han sido precisamente
causantes de problemas ecológicos. Por lo tanto no se debe
tomar a la ligera la exigencia de crecimiento económico
como una predilección ética que no admita ninguna
negociación. A veces, tras el fetiche de
que hay que lograr crecimiento económico a toda costa, se
ocultan intereses incuestionables desde el punto de vista moral
y, prácticamente se cierra la posibilidad de que la
conservación del entorno o la satisfacción de
demandas políticas puedan adquirir status de
prioridades.

En materia de políticas ambientales se ha
planteado el problema de como calcular los riesgos,
beneficios y costos económicos. Pero desde el punto de
vista de la ética ambiental y de la bioética se
exige considerar los riesgos, beneficios y costos éticos.
Por ejemplo, cuando se examina la introducción o transferencia de una
determinada tecnología, debemos
considerar no sólo si es eficaz, barata o cara, sino
también – lo cual no es menos importante – si resuelve una
demanda humana
"justificable" o razonable desde el punto de vista ético.
Este asunto sobre cómo ponderar demandas éticas,
económicas y ecológicas ha suscitado un gran
interés entre estudiosos de la ética ambiental y de
la bioética. En tal sentido vamos citar algunas
propuestas.

La Ética Selectiva

SCHRADER (1991) propone para la conducción
ética de las acciones de manejo de recursos naturales que
se siga una regla de prioridad: que sólo en el caso en que
estén en juego derechos humanos importantes se justifica
que los individuos se vean forzados a dañar a otros seres
o comprometer el bienestar de las generaciones humanas venideras.
El orden ético de prioridad debe, según el citado
autor, establecerse como sigue:

1. obligación de reconocer los derechos humanos
importantes (dignidad,
salud, valor, supervivencia, seguridad
corporal),

2. obligación de proteger los intereses
ambientales,

3. obligación de reconocer los derechos humanos
secundarios (por ejemplo, el derecho a la propiedad).

Desde el punto de vista de esta concepción puede
ocurrir que la degradación del medio ambiente ponga en
peligro derechos humanos importantes, por lo que no se puede
seguir el orden de prioridades éticas y surge de la
necesidad de apelar a una ética selectiva que consiste en
comprometer el menor número de derechos humanos
primarios.

La teoría
de las metapreferencia éticas
lexicográficas.

Esta es una propuesta similar a la anterior. Consiste en
establecer un orden jerárquico de meta preferencias de
carácter ético. Se pide que las
preferencias primeras deben quedar satisfechas antes las
preferencias de segundo orden. Al tomar decisiones orientadas
lexicográficamente, la transacción del intercambio
sólo está permitida dentro de los subconjuntos de
preferencias y no entre unos y otros subconjuntos.

La Ética Diferencial.

La priorización del crecimiento económico
comprometerá el ambiente, siempre y cuando se conserven
los patrones de crecimientos que, precisamente incentivan el
empleo de
tecnologías ecológicamente nocivas. En este mismo
sentido se afectaría todo intento de armonizar el
interés económico y el interés
ecológico.

La conservación de la ecoesfera como preferencia
primera podría ser un factor que accionaría
esfuerzos tecnológicos más realistas a su favor. No
podemos esperar al momento en que ya sea tarde para corregir el
daño
ecológico de las agro tecnologías, por tanto, se
debe pensar muy bien, cuándo realmente no queda más
remedio que dañar en alguna medida al ambiente.

Ante la crisis del modelo
convencional de desarrollo agrario, las agro tecnologías
ecológicas están ganando cada vez más
espacio. Sin embargo, un escollo que se evidencia es el
predominio en muchos contextos de una moral (y a veces etiqueta o
ética moralizante) que hace secundario el problema
ecológico, pues usualmente se considera que las
tecnologías agroecológicas comprometerían el
desarrollo y que es imposible de forma no convencional satisfacer
las necesidades alimentarias.

Desde el punto de vista práctico un desarrollo
agrario sostenible exige de la priorización de la
sostenibilidad agroecológica. Y ésta, bien
entendida, no es contradictoria con el crecimiento. Simplemente
estamos diciendo que votar en cualquier momento por el
crecimiento económico, al margen de lo ecológico,
nos llevaría inevitablemente al comprometimiento de
los valores
éticos que promueve la concepción del desarrollo
agrario sostenible.

Autonomía y
Justicia en el desarrollo

La bioética adquiere especial connotación
a raíz de la consolidación en la sociedad
moderna de principios políticos que animaron a los que
promovieron las revoluciones sociales más importantes de
nuestro tiempo, a partir del siglo XVII. Se trata de principios
que aluden a un orden social completamente opuesto al orden de
relaciones sociales jerárquicas, excesivamente verticales,
monárquicas y paternalistas benefactoras. Entre esos
principios se destaca el de respecto a la autonomía y el
de justicia.

El desarrollo sostenible alude a cuestiones que
atañen a las relaciones sociales, económicas,
políticas, culturales y morales. Desde el punto de vista
de la bioética cabe denunciar las prácticas y
políticas (en industria, agricultura, salud
pública y deportes) que comprometen estos
principios morales de autonomía y justicia.

Se dan casos en que para garantizar el avance de los
conocimientos y del crecimiento de la producción agraria
se han llevado a cabo experimentos de importancia agropecuaria
sin considerar el consentimiento informado y el permiso de seres
humanos y comunidades rurales implicados. Todos esos incidentes
han generado normas
éticas y jurídicas que regulan la
manipulación tecnológica del ambiente, tanto en las
investigaciones, como en la actividad agraria.
Muchos de estos problemas se han originado por individuos cuyas
intenciones son injustificadas desde el punto de vista moral. En
tal caso, las normas y leyes constituyen
barreras importantes en contra de los individuos e instituciones
que realizan experiencias investigativas y productivas
nocivas.

La cuestión bioética referente a los
derechos biopolíticos incluye también el problema
de la distribución justa y equitativa de los
recursos y servicios
biológicos agrarios de la sociedad. Al respecto, uno de
los más debatidos tiene que ver con las crisis
demográficas: desbalance entre crecimiento poblacional y
cantidad de fuentes alimentarias. Para resolver eso hay quien ha
propuesto una especie de "violencia
moral" (control
genético, esterilización involuntaria,
coacción social, y otras.) para detener ese
fenómeno ecodemográfico adverso.

Sin embargo, el reto bioético mayor es lograr un
crecimiento sustentable (lo cual incluye limitarlo en un momento
en amenaza, por ejemplo, al ambiente) y una mejor
distribución de los bienes agrarios, así como la
revalorización de patrones de consumo, de mercado, de
producción y de tecnologías.

¿Cómo
resolver las controversias bio-morales?

La problemática bioética que atañe
al desarrollo sostenible se complica más en el caso de
controversias o disputas entre seres humanos que no comparten las
mismas apreciaciones morales. Por ejemplo, a los argumentos
aquí citados en favor de las obligaciones, deberes y
responsabilidades morales se le han propuestos
contrargumentos.

Supongamos que la tala del bosque sea perjudicial para
una comunidad y
para todos los seres humanos presentes y futuros. Sin embargo,
los que realizan esa actividad en su entorno natural piensan que
habrá bosques para todos, que no vale la pena preocuparse
por las generaciones venideras ni mucho menos por los que viven
fuera de esos predios. Puede que entendamos que estos pobladores
están equivocados y que no actúan adecuadamente.
¿Qué hacer, si se asume que no se debe resolver
esta controversia por vía de la fuerza?.
¿Cómo resolver pacíficamente las
controversias biomorales que puede suscitar el desarrollo
sostenible?

En tal sentido se han propuestos teorías
éticas. Un grupo de estas
piensa en la posibilidad de descubrir:

  • ? conceptos morales que sean aceptados por
    todas las personas por cuanto aluden a lo correcto en
    sí independientemente de las apreciaciones,

  • ? modos de evaluar adecuadamente las
    consecuencias, los casos, los riesgos,, los costos y los
    beneficios morales

  • ? razonamientos imparciales y
    mediadores.

Asumir tales pautas implica, a la larga:

  • 1. Apostar o preferir una visión del
    bien, ideología u ortodoxia moral

  • 2. Presuponer que la controversia se realiza
    entre personas que pueden compartir una misma
    moral.

Otros en cambio aspiran a una concepción que no
recaba:

  • ? sobre la necesidad de concebir una moral de
    contenido y canónica que indique lo que es correcto en
    sí y cómo ha de guiarse la vida buena de las
    personas

  • ? una ética que se base en fundamentos
    metafísicos (dios, naturaleza, razón,
    autonomía)

  • ? contenidos, sino más bien un marco
    moral o de procedimiento que pueda vincular a extraños
    morales

  • ? una idea del florecimiento humano

Conclusiones

Las conclusiones de las controversias bio-morales son
también controvertidas. Quizás lo óptimo
será arribar a una concepción desprejuiciada de
estos asuntos, pero lamentablemente los seres humanos somos
prejuiciados e intencionados por naturaleza. Ello sugiere que la
polémica en torno a la
bioética y el desarrollo sostenible perdurarán por
largo tiempo. El camino a encontrar una solución recta
general no parece muy promisorio, sin embargo se presenta con
cierto grado de viabilidad la alternativa de buscar soluciones
heurísticas contextuales y perfectibles en el
tiempo.

Bibliografía

Agroecología y agricultura sostenible. Modulo 3
Agroecología y desarrollo rural sostenible. CEA-ISAAL-
1997

Freyre Roach E. Bioética y desarrollo sostenible:
En Tecnología y sociedad. Editorial Félix Varela.
GEST. 1999

 

 

 

 

 

 

 

Autor:

Jorge Félix Rivero Ruiz

Dulce Maria de la Cruz Placencia

María Juana Espinosa
Rodríguez

Partes: 1, 2
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